El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en el mundo por lo que se considera un problema de salud pública internacional.
En años recientes se ha observado un incremento paulatino en su frecuencia, sobre todo en países en vías de desarrollo como México, en donde ha llegado a ser la primera causa de mortalidad por cáncer en las mujeres, debido a que la mayor parte de los casos se diagnostican en fases avanzadas, las cuales tienen bajas probabilidades de curación.
A nivel mundial, diversas estrategias han demostrado abatir los índices de mortalidad, entre estas, destaca un ejercicio clínico eficiente enfocado a la prevención y al diagnóstico temprano de lapoblación en riesgo, a través del tamizaje con mastografía, o con la detección de mutaciones en dos genes muy específicos denominados: genes BRCA1 y BRCA2.
Las diferencias en la atención médica de este problema y sus consecuencias e impacto en la salud, reflejados en las estadísticas de años de vida perdidos por muerte prematura y pérdida en la calidad de vida por discapacidad, justifica llevar a cabo acciones específicas y sistematizadas para el diagnóstico temprano y la referencia oportuna, contribuyendo a mejorar la vida de quienes padecen esta patología.